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Piquetes - Introducción

La Política o Las Políticas –¿un juego de palabras?

“La política es el primer desaparecido de la democracia. La reemplazó el engaño y el arreglo.[12]

Política no tiene por qué ser una mala palabra. La actividad política debe volver a ser considerada como “el establecimiento de leyes inmutables[13]” que produzcan una comunidad y que tengan “como resultado final un producto fiable[14]”. En los ´90 se acentuó aquella idea de que el político es sinónimo de ladrón, de corrupto. Te roba tus impuestos, tus ahorros, pero más preocupante es que te roben tus ilusiones, tus utopías –de allí el título del primer capítulo del presente trabajo-. Como bien señala Giorgio Agamben: “la política contemporánea es este experimento devastador, que desarticula y vacía en todo el planeta instituciones y creencias, ideologías y religiones, identidad y comunidad, y vuelve después a proponerlas bajo una forma ya definitivamente afectada de nulidad[15]”. Pero el 20 diciembre pasado, las masas argentinas de consumidores dejaron atisbar alguna nueva figura de la polis, contrariando a lo que afirma Agamben.

En las palabras se expresan nuestros sentimientos y sentidos, en nuestros discursos se impregna la lógica capitalista y la ética posmoderna del “todo vale a cualquier precio”. Y compramos mentiras y lo que muchos grupos sociales hacen –esto es verdadera política la cual significa buscar un bien común a la sociedad- es encasillada como la insípida “solidaridad” que de tanto usada, ésta palabra, se ha vuelto una muletilla. ¿Qué es ser solidario? ¿Quién dice no serlo? Pregunten en la Fundación del Padre Julio Grassi.

Otra opción con que se cataloga a estos sectores que buscan nuevas formas de hacer política, es la utilización de palabras tales como subversivos, agentes del caos, delincuentes o anarquistas. Piqueteros, asambleístas, grupos de ahorristas, movimientos de izquierda, expropiadores de fábricas, algunos más, algunos menos, también son políticos aunque detesten tal denominación. Más subversivos que solidarios, algunos. Más solidarios que subversivos, otros. Estos movimientos, que venían gestándose con anterioridad a los hechos del 20 de diciembre, expresan su punto más álgido en la representación del piquetero. Aunque, en estos días de pleno “veranito” económico -¿qué será eso? ¿cómo si la economía se pudiese entender fuera de la política (de allí que estemos como estamos)? – que la protesta ha diezmado, lo cual no significa que en el día de mañana resurja y con más fuerza que nunca; ya no para pedir que “se vayan todos”, pensando intrínsecamente: “no se lo que quiero, pero lo quiero ya”, sino, tal vez, luego ya de haber cometido tantos y tantos errores, con propuestas, planes y muchas y diversas políticas englobadas en un fin común en donde el bienestar de los más, prime por sobre los beneficios de unos pocos. En donde las utopías se hagan presentes y en donde los sueños se hagan realidad y en donde no sean tan solo simplemente sueños.  

 “La política es la única herramienta que tenemos para mejorar en serio nuestras vidas[16]