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UN AÑO DESPUES

Cómo no lo voy a olvidar. Es cierto que ocurrió hace ya un año, hace 365 largos días y, aunque pareciese que hubiese pasado una eternidad, aún siguen vivas esas imágenes en mí. ¿Te acordás? Mi vieja me había advertido que iba a correr sangre en la Plaza pero no me importó. Algo en mi interior me gritaba que debía decir presente, algo pugnaba por salir. Quizá era la desesperanza que quería expulsar de mi espíritu o tal vez era simplemente defender lo que otra vez nos habían robado: la ilusión. ¿La plata? Sí, es verdad, muchos salieron únicamente porque se habían quedado con sus ahorros pero ya no importa. ¿O sí?

Eran las 9:25. Se sentía en el ambiente. Estaba por comenzar la batalla en la Plaza de Mayo. La policía estaba nerviosa, no sabía que hacer, y menos supo, cuando la vió a Hebe. Yo también la . Bonafini miraba a la policía con lástima y las fuerzas de seguridad le respondieron con amenazas. A las Madres no les importó y qué les iba a importar luego de tantas luchas desde aquellos años negros de la dictadura. Pero los peores años de nuestra historia estaban de vuelta. La represión también.

En pocos minutos desde que había empezado la represión, la policía montada se había adueñado del escenario de la Plaza y castigaba a palazos y embestidas a todo a aquel que estuviese a su alcance. Las Madres, dispersadas por la primera refriega, corrían hacia una combi estacionada frente a la catedral para que las sacaran de allí. Una de ellas iba golpeada y sangraba en la cara. Para que te voy a mentir, en aquel momento tuve miedo. Pero insistí en perseguir lo que deseaba ese día. ¿Qué era? No sé, no sé. ¿Qué se vaya De la Rúa? Sí, seguro. Y lo logramos pero...

Eran las 12:30 y abriéndose paso entre la muchedumbre la . Era la jueza María Servini de Cubría. Esa jueza que había censurado a Tato Bores en los primeros años del menemismo, la misma que, tan bien, el cómico había satirizado en su programa. Cómo son las cosas o cómo se dan vuelta. Esa misma jueza venía a defendernos. Le pedía a la policía que no reprima pero el comisario general Santos -me enteré después- le dijo a Cubría que: "el estado de sitio está por encima de la Justicia". A propósito, por si no te acordás, ésa fue la última medida de ese gran cretino que votamos en el ´99. Un día antes nos había ordenado que no saliéramos de nuestras casas como si estuviésemos en guerra. Y así era. El gobierno nos declaraba la guerra. O nosotros a ellos. Que más da...

Eran las 16:00. La policía se encontraba desbocada. No sabía lo que hacía. Yo, mientras tanto, corría, corría como nunca antes lo había echo en mi vida. Más rápido que el viento pero, lamentablemente, no que las balas. Me alcanzaron. No pude festejar la caída de De la Rúa. No pude sentir lo que millones sintieron cuando huyó desde el balcón de la Casa Rosada a bordo de ese maldito helicóptero. No pude ver más a mi vieja, ni abrazarla, ni nada. Ella que me había advertido ese 20 de diciembre a la mañana: "cuidate, va a correr sangre". Pero no me había dicho que la que iba a correr era la mía, la suya, la del pueblo, la de la Argentina. Este bendito país que me vió nacer y también me vió morir. También, después me enteré que yo había sido  el primero que había caído ese día.

Quedáte tranquilo, acá también llegan las noticias de allá abajo. Sí, me enteré de lo de Duhalde. No aprendieron loco, no aprendieron. Mataron a dos pibes, Maxi y Darío, y todo sigue igual. Es más, Carlitos pica en punta otra vez y dijo ayer que a los encapuchados que llevan palos hay que combatirlos como sea. Como sea...

Así lo hicieron hace un año. Como sea intentaron lo inevitable, porque cuando el pueblo se junta hace temblar cualquier estructura, cualquier poder, cualquier gobierno. Por eso te pido que no te olvides de nosotros, para que tanto sufrimiento no haya sido en vano. Hace un año creí, cuando yacía tirado desangrándome, que otro país era posible. Hoy,  más que nunca,  esa ilusión sigue viva en mí. Y cuando sientas la fuerza del viento que golpea tu rostro, tal vez creas que se viene el agua; pero quizás sea el cambio que llega, quizás se trate del sonido del silencio que respiro desde la eternidad del más allá.

por Luis Gasulla