un mes mas
Pareciera que el presidente Duhalde fuese un corredor de 100 metros llanos exhausto, incapaz de llegar a la meta, pidiendo por favor que alguien le alcance un vaso de agua fresca. Pero cuidado señor presidente, no vaya a ser que en vez de agua para refrescarse le obsequien un te hirviendo que le queme la garganta. Y eso parece que es lo que está sucediendo. Las empresas privatizadas incendian al país rociando de combustible el ambiente, en vez de depositar el petróleo y el gasoil donde deberían estar: en las estaciones de servicio. Las empresas de transporte no saben qué hacer al respecto. O sí: echar empleados y reducir los costos, o subir el boleto mínimo de colectivo a un tope de $1.
Por otra parte, el gobierno vuelve a salvar a los bancos y firma un decreto por el cual no se permite ningún nuevo salto al corralito (Corrección: no lo firmó, perdón: ahora sí). Guillermo Franchela festeja, mientras tanto, ser uno de los últimos beneficiados de las anteriores medidas. El resto espera y desespera. Me pregunto si volverán los cacerolazos, las asambleas y las protestas populares. Los piqueteros se mantienen vivos pero parecen silenciados luego de la libertad de Emilio Alí. ¿Aflojaron los muchachos? ¿Se cansaron de pelear en el barro? ¿Alguien les acercó algún tipo de ayuda para que dejen de hacer ruido? Lilita Carrió también aguarda y se remuerde su pesado labio de haber vociferado a dos voces que el presidente se caía en cualquier momento. Y Duhalde aguanta. Ya llegamos a Mayo y no hay señales de golpe. El mundial está a la vuelta de la esquina, lo que significa un parate de los medios solo si a la Argentina le va bien. Y ahora ¡qué se vengan los bonos! ¿Y cuándo los cobro, querido Remes? (Perdón: Lavagna) ¡Hay que salvar a los bancos! Los bonos serán abonados un poco, nada más que un poco, antes que fallezcamos. ¡A la tumba me van a llevar la plata! -grita el abuelo de la esquina. ¡Qué locura! En un país en donde el futuro está hipotecado y donde a duras penas se lo divisa en el horizonte, en un país donde el pasado es olvidado al día siguiente que pasa; en ese mismo país en donde el presente es angustiante nos depositan nuestros ahorros en un tiempo perdido. Ni el tiempo sabe qué será de los pocos pesos de los giles que confiamos en el país de San Martín y Rosas. La misma tierra de Domingo - Cavallo -, próceres como Saul Carlitos, el jefe de Chascomús, las tortugas Ninja - Fernando de Cuarta, Cabezón de Lomas, Chinche Duhalde y Pendex ¡Let mi go! -. Sí, pero con la plata se quieren ir.
¿Y el F.M.I.? ¿Y las denuncias de Lanata sobre la hija de Duhalde y el hermano de Remes? ¿Y los baches en Quilmes? ¿Y el complot denunciado por Verbitsky? Todo pasa en la marea de este aluvión de noticias que vivimos minuto a minuto. La inseguridad se devoró todo como el fútbol lo hizo en 1978 mientras miles desaparecían y eran torturados.
LG