Periodismo en Argentina: un caso mediático

 

La televisión esta cada vez más espectacular. Las notas son casos armados. Los ingeniosos inventores de noticias son los productores de los programas, en su mayoría jóvenes pasantes o simplemente voluntarios debido al bajo presupuesto que deben manejar la producción en esta época de crisis. El profesionalismo no existe. Los periodistas responden abiertamente al ideal común entre la mayoría de las empresas que manejan los medios. El compromiso es victima de los mandatos de arriba (léase: acumulación de dinero). Algunos periodistas son más hipócritas que otros y utilizan discursos de ideales obsoletos para aparecer en la pantalla chica. ¿Por qué algunos programas periodísticos destinados a los jóvenes envían un mensaje de izquierda mientras apoyan a los políticos que dependen de los capitales privados para financiar su campaña?

¿Habrá algunos que crean que los programas de investigación realizan sus “descubrimientos” sin ningún interés político por parte de la empresa en la que están insertos? La respuesta es triste: los únicos culpables de que la televisión venda pescado podrido somos los argentinos. Quien más sino los habitantes de este país son los demandantes de información estúpida o conformistas que consumen libros de Jorge Bucay y compran la cultura de la cámara oculta sin cuestionarla. Secuestradores de espalda contando sus hazañas delictivas en los estudios del señor del habano, ¿nadie se pregunta si realmente son verdaderos delincuentes o actores producto de un casting para la televisión? o también ¿como llegan ahí esos malvivientes y por qué la justicia no puede actuar?

Sin pensamientos utópicos de que las cosas cambien, queda la esperanza de que tal vez los actuales estudiantes de periodismo (que serán los próximos responsables de la transmisión de información) se den cuenta del estado de los medios y comiencen a pensar en formar parte de un país sin personajes mediáticos vergonzosos y con información menos hipócrita.

 

 Srta. Swan