El fútbol se tapó todo otra vez
Lo que menos deseo es que ganar un torneo mundial de fútbol produzca que los argentinos nos olvidemos de nuestros problemas. Estoy preocupado, es verdad que el hambre no se apaga con varios gritos y algunas alegrías ni que el trabajo se recupera por un par de atajadas de Cavallero. Es verdad. También es cierto que estoy preocupado, como varios que creíamos que algo en la cabeza de los habitantes de estas ricas tierras, había hecho click y ahora notamos una pasividad sin igual como en los mejores tiempos de Menem. ¿De qué sirvió echar a De la Rúa si ahora nos inyectan un nuevo plan Bonex? ¿De qué sirvió echar a Cavallo y pedir cárcel y justicia si ahora sale libre sin que nadie diga nada? ¿De qué sirvieron tantas asambleas populares si ahora corremos como locos a comprar dólares y los que pueden a buscar una visa para irse de este bendito país?
Otro tema me interesa recalcar del mayo que se fue y del mes que se ya es. Junio, el mes de la bandera... El otro día una señora en la cola del banco me comentaba, entusiasmada, que nunca antes había visto tantas banderas en los balcones de los edificios por el 25 de mayo. Ilusa, pensé, tarada casi le digo, ¿será que sólo nos une el fútbol? Ese mismo juego que nos enfrenta entre nosotros domingo a domingo y recicla en nosotros lo peor de la especie humana a través de muertes, tiros y afanos. La violencia del fútbol, ahora que no hay fútbol, se transforma en secuestros express y los medios se ríen de la gente como ayer. ¡Vamos Argentina!, reza la revista Gente como en 1978. La patria palpita fútbol y espera por una alegría aunque la gloria sea de otros y millones se conformen con gritar un par de goles frente a un televisor en sus frías y recalcitrantes existencias cotidianas.
El mundo gira y Japón está en la mira del mundo. Argentina va en busca de la gloria perdida. Al menos en el fútbol. Otros se aprovechan del opio de las masas y se escapan de las cárceles, hipotecan al país, legalizan el hambre del pueblo, echan personas a la buena del señor y decretan el libre albedrío de los ladrones de toda la vida. Los poderosos festejan. Son los que siempre lo hacen...
LG