Análisis del  Panqueque                                                                                   25:23

Raconto de los medios

En la edición anterior nos preguntábamos acerca de si era productivo que existiesen tantos programas periodísticos o pseudo-periodísticos. Deberíamos reflexionar acerca del significado de hacer periodismo. Algunos lo entienden como investigar o dar a conocer lo que se haya oculto. Revelar sería periodismo para los muchachos de Punto Doc o para Telenoche Investiga. Pero solo se revela lo que uno quiere revelar. Por lo tanto ocultar puede anteponerse a revelar con gran facilidad, casi sin darnos cuenta.

Para otros periodismo significa informar y relatar lo sucedido. Esa es la tarea más difícil pues en la noticia siempre existe una carga de opinión. Nunca la noticia es netamente objetiva. Nadie informa sin opinar pues en la elección de informar algo en detrimento de otro algo reside el hecho de priorizar y sistematizar las noticias. ¿Acaso no es una cuestión de opinión qué es más importante que otro hecho? No se trataría de una cuestión de relevancia sino de relevancia mediática.

Por último nos encontramos con discusiones, opiniones, subjetividades y columnas periodísticas diversas que van desde Hadad, Lanata, Mauro Viale, Majul, diarios matutinos, de opinión como el LeMonde, vespertinos y programas de cable en donde se sientan a hablar de la realidad, la crisis y la inseguridad reinante en nuestro país. Pero, ¿qué es la realidad? Y... lo que está en televisión, lo que muestran los noticieros diría cualquier hijo de la televisión. Es lo que nos hacen creer los medios y es lo que creen o quieren creer para creerse importante los formadores de opinión. ¿Son relevantes los hechos denunciados tanto por las cámaras ocultas como por el gordo Lanata en el transcurso de mi vida fenomenológica? Es cuestionable. Pero los medios no reflejan la realidad. Son la realidad entendida por una clase de gente que trabaja en ella que, a su vez, es reflejada en los comunicadores de la misma y que en tercera medida es re-transmitida a nosotros, receptores pasivos de esa realidad. Esa realidad representada no es la realidad. Y si es la realidad, ¿de quién? Los múltiples intereses se multiplican en hacernos creer que esa realidad se antepone a la nuestra, o mejor dicho a la de cada uno.

¿A qué viene este vagaje conceptual en torno a los medios entendidos como transmisores de un interés común? A la inseguridad como ejemplo metodológico de nuestro presente como país. Hoy el ángulo de discusión ha variado ciento ochenta grados. Las discusiones en torno al café, en el trabajo o en cualquier ámbito de nuestra vida se ha modificado. Ya no hablamos de fútbol sino de la violencia en el fútbol, ya no hablamos de lo bien que la pasamos cuando salimos ayer a la noche sino en cómo me pareció ( a veces sucede de verdad) que casi me afanan ayer a la noche, ni tampoco discutimos sobre política sino de la corrupción en la política, no debatimos ideas sino formas, no nos referimos a la educación de los que menos tienen sino de lo molesto que son los cirujas y demás "malvivientes", pedimos mano dura y reclamamos piedad cuando nos encuentran en falta. En fin, nos sumergimos en las consecuencias sin atacar las causas. Y los grandes poderes del país que nos gobiernan económica, social, política y simbólicamente multiplican esta consciencia colectiva de diversas maneras y en distintas direcciones.

¿Cómo? Lo veremos en otra oportunidad. Pienso que debemos replantear los mensajes que nos dan los que están del otro lado. El mensaje no es simplemente el medio. Y como ejemplo vale Caiga Quien Caiga. Sonará antipático para muchos y hasta para mí mismo, pero ¿quién gana con la ridiculización sitemática de los políticos sin importar los contenidos ni antecedentes de los mismos, solo priorizando las formas? ¿Quién? ¿No ganan los grandes ganadores del estado actual de las cosas desde empresarios, magnates, accionistas y hasta políticos que terminan siendo víctimas de la agresión en clave "falta de respeto" de los movileros de CQC? El público termina apiadándose de los "pobres" tipos que dan la cara y olvidan sus culpas (aclaremos que no todos las tienen). Luego del fulgor humorístico todo es como era antes de reírme de ese político. Luego de que la televisión se apaga, en mi cabeza queda flotando lo que la televisión o cualquier medio quiso que quede flotando en mí...

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LG