Ayer Nomás

¡Viste! La costa argentina se puso de moda, somos todos nacionalistas ahora, y todos salimos en tele diciendo: "verano gasolero" (aunque sea o no verdad). La onda es no despilfarrar, hacerse el rata y después culminar las vacaciones en Mardel de la mano de Nito pidiendo que "nos devuelvan nuestros dólares". ¡Damos asco!

Los quince minutos de fama que gozó el hambre se han evaporado mientras miles siguen sintiendo como la vida es la que se les evapora. El policial se hizo Dios en el verano de la mano de los García Belsunce y los Conzi. Hay Duhalde para rato, pareciera ser, mientras el veranito no termine - por lo menos el económico -. Descubrimos a un Daniel Scioli maravilloso al cual le debemos el auge del turismo porque ¡nada tiene que ver ese insignificante hecho que fue la devaluación! ¡Nada! ¿Qué mafia hay detrás de Scioli? ¿Qué le ven los periodistas progre y los facho también? Ni hablar del odio que genera Ibarra y su campaña para legalizar, de alguna manera, las prácticas cartoneras. ¿Será que Macri tiene algo que ver ya que pugna por apropiarse de la industria de la basura?

Luis Zamora se tomó unas vacaciones más largas de lo esperado. Los asambleístas ya no les importan a nadie - si entendemos a alguien como eso que aparece en la pantalla -, a los periodistas ya no les cree nadie y los piqueteros son el diablo en persona. Encima se pelean entre ellos. Debería dedicarle un párrafo aparte a los periodistas argentinos pero, la verdad, no me dan las ganas, ya que me han desilusionado lo suficiente para lograr que intente ignorarlos. La mutación que han sufrido muchos de ellos es increíble. ¿Alguien entiende qué le pasó al programa "La Información"? ¿Qué pasó que todos quieren ser una copia estúpida de Chiche Gelgblung o Mauro Viale? ¡Qué mal que le hizo al periodismo argentino el día en que quiso hacer reír copiando a los muchachos de Caiga Quien Caiga! En ese sentido, pienso que Fernando Bravo es un adelantado.

Ayer nomás hablábamos de otros temas, tal vez menos banales, tal vez no, había vientos de cambio, ahora no sopla nada ya que para qué cambiar. Algunas cosas tienen que cambiar, tarde o temprano, sí, pero ¿cuándo? Me subo al colectivo de la línea 105 rumbo al trabajo, como de costumbre, las vacaciones han finalizado. Viajo envuelto en estos pensamientos y en algunos más... ¿Nostalgia de aquel pasado que siempre es mejor? O quizá este cansado de que la historia se repita siempre igual, con algunas variaciones, es cierto, pero con la misma inconfundible rutina del todo pasa para mantenerse inalterable.