ERNESTO TENEMBAUM
VOS SABES DE QUE LADO ESTÁ
Desde los estudios de América 2 relata, de lunes a viernes, de una manera simple, calma y tranquila, los hechos de corrupción y maniobras mafiosas que el sistema político y económico argentino, cotidianamente les obsequia a sus representados. En su mejor momento, Ernesto Tenembaum, mantiene su sobriedad, que ya es marca registrada, y explica –o intenta descifrar- qué es el periodismo.
El largo y escabroso camino del periodismo.
Son las diez de la noche y Ernesto Tenembaum aún no ha llegado a su segunda casa, como días después me confesará que siente a América 2. Los periodistas del canal entran y salen sin más tiempo que la prisa, aunque no todos cumplen con esa consigna. Toda regla tiene una excepción y esa excepción, en este caso, es Ernesto Tenembaum. Persona de andar cansino, de hablar pauso y sereno, sin jamás elevar su tono de vos por sobre lo apenas audible; ello no le impide que sus comentarios y noticias tengan una repercusión más allá del frágil cuerpo –en apariencia- que los da a conocer. Perspicaz e inquisitivo, tenaz e intuitivo, Tenembaum, busca en su carrera hallar la síntesis ideal entre Horacio Verbinsky y Jorge Lanata aunque, con los años, despegar más lejos que ellos dos alguna vez lo hicieron.
Su obnubilada mirada y su débil pero constante sonrisa, le ofrece un aura de investigador único en el periodismo argentino. Sus preguntas y su frialdad son una marca registrada que lo ha llevado a la cúspide de “la información” que intenta ser objetiva y veraz, en tiempos de descreimiento en todos los ámbitos sociales.
Para acceder a los estudios del programa “Periodistas” no hace falta sortear dispositivos de seguridad. El hombre en cuestión cumple con lo acordado la semana anterior y se encuentra en la puerta del canal esperando ser entrevistado –raro en el lugar que ocupa- por un joven lleno de sueños como alguna vez los tuvo él. “Participaba en un club judío de la ciudad de La Plata en el ´77, cuando tenía 14 años, y armamos una revista de difusión muy restringida con un amigo que, después a medida que se fue abriendo la situación política, tuvo más y más repercusión en La Plata, ciudad en la que yo vivía por entonces. Así empezó mi relación con el periodismo. Recuerdo que entrevistamos a Ricardo Balbín en el ´79 cuando nadie hablaba de política. Estaba muy inspirada en una experiencia que fue muy importante a nivel nacional que fue “Nueva Presencia” –un semanario judío que quizás fue el que denunció con mayor claridad la desaparición de personas durante la dictadura militar. Después me mudé a la capital y ya, en 1985, me ofrecieron trabajar en dos periódicos judíos. Pronto llegué a jefe de redacción de “Nuevación” – quincenario judío - y conocí, y le hice un reportaje, a Horacio Verbinsky. Varios meses después me llamó para decirme si quería trabajar con él y para contarme sobre un diario nuevo que todavía no existía que era Página 12. Ese fue el comienzo de mi carrera profesional”.
Lo observo relatar sus comienzos y me preocupa, hasta por momentos me confunde, la expresión en su rostro, su insoportable aplomo, su presunto sosiego e invulnerabilidad. Cada tanto, durante la conversación, impone un silencio y me observa con una mirada intensa, la misma que utiliza para descifrar las mentiras encubiertas de sus entrevistados de turno. Le pregunto por Jorge Lanata y un largo suspiro interrumpe la conversación. Pienso que debe haber sido una situación tortuosa separarse de Lanata luego de tantos años juntos. “A Jorge lo conocí en Página 12, pero sin tener relación directa. A fines del ´94, comencé a trabajar con él en “Rompecabezas” aunque creo que a Jorge se le ocurrió la idea de contratarme porque me había visto cuando había participado para obtener una beca en Harvard y él formaba parte del jurado. Así se abrió un espacio para mí como columnista político en aquel programa en donde entré a trabajar (...) ¿Por qué nos separamos? ¡Por crecimiento profesional! – exclama como algo natural (quizá lo sea)- Por razones casi biológicas. Hay momentos en que hay proyectos comunes que no alcanzan a contener las necesidades de expresión de todos de sus miembros. A veces eso se traduce en rupturas muy traumáticas, muy dolorosas y otras en rupturas más bien armónicas. Esta no fue tan armónica como yo hubiese querido pero tampoco hubo ningún tipo de sangre. Pero bueno, es parte de la vida que la gente busque distintos caminos. Igual, creo que por lo que se ve en pantalla, seguimos siendo bastante parecidos ¿no te parece?”.
Ernesto Tenembaum no quiere entrar en polémicas ni en peleas de celos con sus colegas periodistas. Por esa razón cuándo lo interrogo acerca de los comunicadores que le producen odio, no me responde. La respuesta es obvia para todo aquel que conozca las disputas ideológicas entre los Hadad Boy´s –conservadores y reaccionarios- y sus opuestos -progresistas y humanistas-. “Básicamente admiro a Verbinsky y a Lanata; creo que claramente están en un nivel periodístico y de dignidad superior –muchos pasos delante de la segunda línea -. Después también admiro mucho a Marcelo (por Zloto) quien para mí es un periodista de excepción”.
El periodismo en la Argentina. Marchas y contramarchas.
“El periodismo argentino es muy libre, sobre todo el televisivo. Es una experiencia única en el mundo especialmente en América y sobre todo con el periodismo de investigación en donde hay productos bárbaros. Además ya han empezado a establecerse en otros canales como en Canal 13. Que tenga en el horario de las 11 a “Caiga Quien Caiga”, “Kaos” y ahora “Telenoche Investiga”, muestra que hasta un canal establecido, tan poderoso y perteneciente al grupo Clarín –que representa el establishment nacional- quiere decir que está empezando a jugar. Los dos canales que todavía no están jugando son canal 9 y canal 11. El primero tiene un producto periodístico, único y muy pobre, que es “Después de Hora” que ni siquiera tiene audiencia”. Mientras sus compañeros lo esperan para ultimar detalles del programa de hoy, Tenembaum llena de elogios a “Kaos” y “Punto Doc” a los que considera sus programas predilectos. “Me parece que el camino que inició “Día D” hace siete años abrió un surco y después todo el mundo empezó a crear periodismo en televisión de forma libre y variada”. Entonces todo anda sobre ruedas ¿no?: “No, me parece que el periodismo televisivo al mismo tiempo genera mucho vedettismo. Hay que tener mucho cuidado en no confundir la persona con el personaje y en no olvidar que uno no es una estrella sino un periodista”.
Las preguntas se suceden. Se lo nota apurado. Me pregunta si podemos continuar más tarde y le respondo que no hay problema. Cinco minutos después se encuentra delante de mí contándome que nunca lo censuraron, negándome que en Página 12 se haya intentado no publicar las fotos de los piqueteros muertos en Avellaneda y que “La Información” es un noticiero que “cuenta la realidad de una manera amable”. Pero lo que me llama la atención es su sinceridad para relatarme que alguna vez lo intentaron sobornar: “me intentaron sobornar un par de veces, pero no acepté. Tampoco lo conté –decidí no denunciarlo- por una relación con las fuentes. Por otra parte, te tendría que decir que el periodismo “del sobre” sí existe pero inmediatamente te tendría que dar nombres y cómo no tengo pruebas... Es delicado el tema pues una crítica a alguien del periodismo después caen todos y el medio lo toma como una pelea de la farándula e inmediatamente uno tiene un quilombo terrible y aparecemos en los programas de chimentos. Eso me daría mucho pudor pues el rol del periodista es mostrar la realidad y no pelearse como Alejandra Pradón y Graciela Alfano. De todas maneras, si uno ve un periodista con un BMW o un Mercedes o viajando en yate o en una casa espectacular; ese periodista cobra de algún lado pues a mí me va muy bien y no tengo acceso a esas cosas. Uno sabe quién es quién y qué periodista es chorro, miente descaradamente, etc.”
El arte de la entrevista y la concentración de medios.
Las similitudes entre Jorge Lanata y Ernesto Tenembaum son múltiples. Miro el reloj que se encuentra en la antesala al estudio de grabación en la que nos encontramos y observo que marcan las ocho y media pasadas. En ese momento recuerdo que Lanata una vez dijo que algo así como que el periodista si tiene al diablo enfrente debe entrevistarlo, y se lo comento a mi entrevistado: “Habría que ver en determinado contexto y si la situación me parece peligrosa, pero, en general, si hay libertad y no hay condicionamiento yo entrevisto a cualquiera. Un reportaje es mostrar una persona tal cual es. No se trata de mostrar que es una mierda o es un gran tipo. En general, la persona entrevistada, sea político o artista, trata de venderte un casette: “yo soy así”. El necesita difundir su imagen de esa manera. La entrevista es como un juego de descubrimiento, de abrir un poco el velo para que se vean otras cosas. En ese juego ganas y perdés, pero en cualquier juego se puede perder. Pienso que se vence si se pregunta con acidez; discutiendo, investigando y poniendo al entrevistado a prueba en todo momento. Este juego tiene sus riesgos y esa es la riqueza de la entrevista”.
Los medios no advierten que al concentrarse adoptan una actitud suicida porque juegan su credibilidad al límite. Tenembaum me estudia y responde con una serenidad increíble –la misma que tuvo la mañana en que entrevistó al presidente Eduardo Duhalde. “Me preocupa, me preocupa bastante. Es raro porque este fenómeno se fue dando durante el menemismo y en la última etapa del menemismo floreció el periodismo con más libertad que nunca. Pero me da la impresión de que en una sociedad democrática no se puede tapar el sol con un dedo y que con el talento que hay se generan negocios, y los canales quieren rating. El fenómeno de América se asocia con la libertad y si desaparece la misma se apaga el éxito del canal. Lo mismo se decía de Página pero cambiaron los dueños y la gente lo seguía comprando por lo que decía y sigue diciendo, no por quién sea el dueño; si lo callan, se termina el éxito. Más me preocupa que un tipo como Hadad sea dueño de un canal”.
La ilusión de un periodismo moralista y con valores.
Es hora de concluir la entrevista. Lo sé. Pero Ernesto Tenembaum no se siente incómodo ni apurado a pesar de que ya lo han llamado tres veces para salir al aire. Ya por ese entonces, Adrián Paenza –compañero suyo en “Periodistas”- está al borde de sufrir un infarto. El tiempo se estanca dialogando junto a Tenembaum. Sus conclusiones se alargan y le comento mis dudas acerca de si es posible distinguir en uno mismo el periodista del ciudadano, de si es posible tener valores y moral en un medio como la televisión y de si hay un límite entre contar todo a cualquier precio o callar por el bien de la sociedad.
“El periodista tiene que ser frío, sereno, punzante, cauto. Es mejor el periodismo que el ciudadano. Sin importan quién sea el invitado, aunque te moleste y le tengas bronca. Aunque la gente pida otra cosa, creo que desea que el periodista sea una especie de fiscal del pueblo. Y eso me parece facilista y no me gusta. Igual una entrevista en televisión es difícil de realizar porque no hay tiempo –me gusta más el medio gráfico- porque un tipo con experiencia te saca rápidamente pues conoce como hacer estas cosas. En cambio en gráfica podés jugar con los climas, las preguntas y se generan diálogos más interesantes y profundos. Los valores y la moral. Sí... Yo trato de respetar mis límites (le comento lo de las coimas en el senado y su reticencia a dar la información). Yo trato de no meterme en la vida privada de las personas, trato que la gente no llore en cámara, no les pagamos a los invitados, algunos temas no me interesan, trato de no hacer un show con seres humanos que están desgarrados. Ahora, por ejemplo con el tema de los bancos, a veces discutimos con Marcelo si dar la información de que un banco se puede llegar a caer es bueno. ¡Y! Pero si se va a caer igual. Básicamente, si la información es cierta hay que darla, esa es la premisa fundamental. Aunque cada uno tendrá sus límites, sus puntos de vista y su forma de darla. Si la información es dura, cierta y está chequeada hay que darla siempre”.
Le deseo suerte, él hace lo mismo. “Estamos muy lejos del arte, pero me atrae llevar al periodismo ese filo: el arte raspa, corta, te hace un tajo”, escribió una vez Jorge Lanata. Ese tajo intenta hacer Ernesto Tenembaum cuando denuncia los hechos de corrupción desde la televisión o el medio gráfico. Eso de contar lo que hay detrás de las noticias es su premisa fundamental. A pesar de que ya no se encuentre precisamente “Detrás de las Noticias”.