SANGRE, SUDOR Y LAGRIMAS

Crónica de un pacto infinito; de muerte, venganza y represión.

¿Cómo explicar lo que no tiene una explicación lógica más allá de la barbarie injustificada que nos imponen desde arriba? Para hacerlo propongo recordar algunas frases magistrales que lo dicen todo o lo intentan, al menos:

" La violencia de arriba genera la violencia de los de abajo" ¿Quiénes son más violentos, los piqueteros que piden trabajo, comida y vivir una vida digna más allá de la desdicha cotidiana, o un Estado represor que ha dejado su rol histórico de proveer, proteger y emplear a los indefensos? En cambio, responde a las quejas de sus habitantes con balas -y de plomo, no hay dudas y sino observen los cientos de testigos, las pruebas del delito y la secuencia fotográfica de los periodistas gráficos- golpes y humillación.

El otro día escuché a alguien por ahí que decía que el problema de nuestro gente es que "se acostumbró a que el Estado los asista". Me pregunto ¿es cierto? ¿y qué? ¿para qué está? ¿a quién se le paga los impuestos? ¿por qué no se les da trabajo? ¿alguien puede ser capaz de dudar que la gente no quiere ganarse el pan como cualquier hijo de vecino? Por cierto, la historia indica que los habitantes de este bendito país están acostumbrados a recibir golpes, desilusiones, sangre y, en todo caso, migajas de un sistema que excluye a la mayoría. Vivimos un proceso de vuelta a la edad de las cavernas o a los grandes feudos medievales en donde, por otra, parte el pueblo tenía la dicha de vivir en su mundo placentero alejado de ostentaciones y tantas injusticias.

¿Para qué se habrán reunido esos imbéciles bajo la lluvia aquel 25 de mayo de 1810? ¿De qué sirvió la Revolución Francesa? ¿Ni que hablar del siglo XX? ¿De qué sirvió vencer a los nazis si este mundo es más desigual e injusto que el ideado por Hitler, si ahora tampoco se respetan las diferencias? ¿Y el mayo francés? ¿Y Perón? ¿O si se quiere Irygoyen? ¿Dónde quedaron los líderes? Los hay, y falsos, y de mercado, del libre albedrío, del "todo pasa" y de la mano invisible del mercado que regula desregulando o re-regulando. ¿Dónde quedaron los ideales del Estado de Bienestar? ¿Fue todo una farsa, una quimera?

¿De qué hablamos cuándo hablamos de violencia? "La violencia es un vínculo, una forma de relación social por la cual uno de los términos realiza su poder acumulado". Las relaciones violentas han sido naturalizadas, en este mundo que nos toca vivir, pues uno de sus términos está situado en el lugar del poder y la autoridad -la policía, las fuerzas de la seguridad-, a quien el otro le debe respeto. ¿Existe tal? No. ¿Por qué? La legitimidad de esa fuerza la da la historia desde 1919 a la fecha vivimos jornadas repletas de injusticia y manchamos libros de nuestro pasado con sangre derramada sin razón alguno más que el recuerdo y la búsqueda de justicia y más sangre. 

Hay violencia "cada vez que se destruyen relaciones sociales establecidas, pero también cada vez que se construyen en su lugar nuevas relaciones que producen nuevos lazos de obediencia". Es por esta razón que es mentira, aquello de que es posible cambiar un régimen, un sistema o a esta burocracia bipartidaria que se ha instalado en el poder desde hace tantos años. Y la sombra de los próceres que creímos haber matado vuelven a resurgir de sus cenizas... Vivimos momentos similares a los momentos previos a la instalación del régimen militar de 1976, aquel día en que se instaló un sistema de destrucción del tejido social, silenciando a millones y matando a miles. Aquella situación de poder que naturalizó la desigualdad en una violencia permanente y que transformó a los sujetos en objetos, en cosas.

Debemos, más que nunca, hacer recuperar nuestros derechos, sentirnos humanos, seres que viven y piensan, que tienen los mismos derechos de aquellos que tienen el poder de poseerlos material e ideológicamente. Es hora de recuperar la humanidad:

" Cierto es que el arma de la crítica no puede suplir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que ser derrocado con el poder material, pero también la teoría se convierte en un poder material cuando prende en las masas. Y la teoría puede prender en las masas a condición de que argumente y demuestre para lo cual tiene que hacerse una crítica radical. Ser radical es atacar el problema de raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo".

Inspirado en un texto de Inés Izaguirre por LG.