Artista: Divididos

Disco: Vengo del Placard de Otro

Año: 2002

Compañía Discográfica: BMG

Músicos: Ricardo Mollo: voz y guitarras; Diego Arnedo: bajo y Jorge Araujo: batería y piano.

Vengo del Placard de Otro es un disco distinto a cualquier otra producción que Divididos compuso anteriormente. El año 2002 encuentra a la banda más prolija que nunca -en todo sentido, no solo musicalmente hablando-, serenos y obsequiando bellas melodías en lugar de los potentes temas a los que había acostumbrado a sus fans. Ahora bien, ¿su público los acompañará en este nuevo camino que parecen dispuestos a recorrer? ¿El cambio es saludable y significa un progreso musical? Estas preguntas son difíciles de contestar hoy por hoy. El tiempo lo dirá. Lo cierto es que pareciera que los tres músicos decidieron respirar aire fresco y bajar los decibeles a la par del volumen. Lejos han quedado su tan característico rock agresivo, sucio y devastador de La Era de la Boludez. Divididos ha decidido dar una vuelta de página y dejar atrás su faceta más rockera para atenerse a las leyes del mercado que hoy demanda canciones óptimas para F.M. en el mismo sendero que, bandas consagradas internacionalmente como Red Hot Chili Peppers o REM, han hecho recientemente.

 El problema de Divididos es como plasmaron esas nuevas ideas que, en sí, no son más que un reciclaje de los desperdicios que la cultura del rock ha dejado en su historia. Allí encontramos a Ozzy Osbourne, en el tema que inicia al disco, sugerido en el bajo de “Cajita Musical”, a Mott the Hoople en la introducción de “Ay, qué dios boludo”, a la guitarra de George Harrison citada hasta el hartazgo, a Deep Purple en la canción “Miente el After Hour” que, tal vez, sea la única pieza que remita al viejo Divididos. Pero no solo de grandes bandas anglosajonas se inspira la banda de Mollo, sino también, de los grandes de nuestro país: Luis Alberto Spinetta se lleva las de ganar pues es citado directa e indirectamente no menos de cuatro veces, Charly García y el Sui Generis circa 1975, Gustavo Cerati bajo el ácido “Puertas” y, como no podía faltar, Sumo pero casi imperceptiblemente.

 Las citas autorreferenciales también son un cliché en el que ha caído la banda que, se expone a la máxima potencia, en la autobiográfica “Ay, que dios boludo”. Allí, Mollo relata su separación de Erica García y su nuevo amor encarnado en la actriz y cantante uruguaya Natalia Oreiro. Tal vez en ese punto de inflexión que significó el cambio de pareja se pueda entender la transformación producida en el alma del grupo que es el guitarrista y principal compositor. De la furia y lo salvaje que representaba Erica García ahora Mollo disfruta de la ternura y la inocencia, quizá tan solo en apariencia, de Oreiro. En las letras la melancolía se hace presente constantemente a la par que la lluvia y las inundaciones –algo que llama la atención. Sin embargo, no se encuentran reclamos hacia un pasado que desean recuperar, un tiempo glorioso que se fue para no regresar jamás. No, la nostalgia no ha sido invitada al convite. Y, como si faltase algo, los políticos también son introducidos al banquete pero por la puerta de atrás, echados antes de que los músicos sirvan el postre que, como de costumbre, es un excelente folcklore grabado en vivo en Jujuy, que concluye a su vez con un fragmento de una canción de 1953 del italiano Incola Paone.

 En fin, la banda de Hurlingham ha ganado en riqueza musical y diversificado sus influencias pero existirá, se intuye luego de escuchar el disco, un malestar entre sus fanáticos seguidores al olvidar la potencia de otrora en vaya a saber qué extraño lugar de la conciencia. Como dice el nombre de la placa, los Divididos están de vuelta del placard del rock clásico de mediados de los setenta, adulto, rico pero no audaz. Quizá los resultados de esta búsqueda por el universo de la música entreguen mejores frutos cuando se decidan a indagar en nuevos placares, aún vírgenes y que no pertenecen a nadie. La pregunta que se hará internamente el fanático de la banda es si Divididos ha envejecido o simplemente está madurando disco a disco con lo positivo que ello implica.